Fue proyectada por el arquitecto sevillano Aníbal González. Aníbal González fue nombrado arquitecto director de la muestra y realizó muchos edificios de estilo neomudéjar y regionalista en la ciudad a comienzos del siglo XX. Para la realización de la plaza le ayudaron un conjunto de colaboradores, entre los que se encontraban el ingeniero José Luis de Casso y el arquitecto Aurelio Gómez Millán.1
Las obras de construcción comenzaron en el año 1914, siendo la primera piedra colocada por Alfonso XIII, y resultando el proyecto más ambicioso y costoso de la Exposición, llegando a trabajar en su construcción mil hombres al mismo tiempo.
Algunos aspectos del proyecto suscitaron algunos rechazos. La Academia de Bellas Artes se opuso a la altura prevista de las dos torres que podían rivalizar con la Giralda, y el arquitecto francés Jean-Claude Nicolas Forestier, que colaboró en el diseño del Parque de María Luisa, rechazaba la construcción de la ría que rodea la plaza por ser Sevilla una ciudad con escasez de agua.
En 1926 tras la dimisión de Aníbal González de su cargo de director de la muesta debido a continuos recortes en el presupuesto, asume la finalización del proyecto el arquitecto Pedro Sánchez Nuñez. El arquitecto Vicente Traver será quien termine los cerramientos del recinto y el que añadirá la fuente del centro de la plaza, que no estaba contemplada en el diseño de Aníbal.
Al igual que otras obras de la muestra, la construcción de la plaza fue auditada por el propio rey Alfonso XIII, que se hizo a sí mismo responsable de vigiliar la adecuada marcha de buena parte de proyectos de la Exposición. El 31 de enero de 1928 Alfonso XIII subió a Torre Norte y contempló que en Sevilla se habían erigido recientemente edificios de 5 o 6 pisos, y comentó al alcalde de la ciudad:
Prohibid que dentro de la capital se levanten casas con muchos pisos. ¡Que no se pierda el carácter de Sevilla! En las afueras bien está; pero en el centro de la ciudad, no. Sevilla tiene su leyenda, tiene su Barrio Santa Cruz, y esas casas únicas que le dan un aspecto que no debe perder.
En 1928, el mismo Alfonso XIII despachó varios asuntos en la Plaza relativos a la construcción de pabellones y, al contemplar el conjunto de la Plaza de España, afirmó: "Señores, yo sabía que esto era bonito, pero no tanto".
En 1929 tuvo lugar en la plaza el acto de inauguración de la exposición, con presencia del monarca y diplomáticos de los países iberoamericanos. Por ser sede de la Capitanía General, se celebra también el desfile de la pascua militar el 6 de enero de cada año. En 2014 se celebró en ella el 50 aniversario de la coronación canónica de la Virgen de la Macarena.
La plaza es de grandes dimensiones (170 metros de diámetro), tiene una forma semi-elíptica, que simboliza el abrazo de España a sus antiguos territorios americanos, y mira hacia el río Guadalquivir, como camino a seguir hacia América.
Su superficie total es de 50 000 m² cuadrados aproximadamente, de los que 19 000 están edificados y los 31 000 restantes son espacio libre, está bordeada por un canal que recorre 515 m y es atravesado por cuatro puentes. Los edificios que envuelven la plaza se estructuran en un edificio central, alas con edificaciones intermedias que compensan una excesiva longitud y torres en los extremos. Esta planta responde de forma muy cercana al esquema formal del tipo de villa palladiana con alas curvas, como la Villa Badoer de Fratta Polesine o Villa Trissino en Meledo, mostradas por el arquitecto italiano Andrea Palladio en sus Cuatro libros de la arquitectura, que Aníbal González conocía.
La construcción está realizada con ladrillo visto y cuenca con una amplia decoración de cerámica. Los techos de la galería de la plaza cuentan artesonados y esta se sostiene con columnas de mármol. Los respaldos de los bancos y algunas farolas están realizadas en hierro forjado.
Los medallones con caras de españoles ilustres, las columnas marmóreas y los artesonados dan al conjunto un ambiente renacentista. Según los escritos de Aníbal González su inspiración para diseñar la plaza había sido el Renacimiento español, modernizándolo.
Las dos torres que flanquean la plaza, que proporcionan un ambiente de estilo barroco, miden 74 metros de altura, y crearon disgusto entre los académicos por rivalizar en altura con la Giralda.
La fuente central, obra de Vicente Traver, ha sido muy cuestionada porque rompe la rotundidad de vacío de la plaza. El canal que contiene es cruzado por 4 puentes que representan los 4 antiguos reinos de España (León, Castilla, Aragón y Navarra).
En las paredes de la plaza se encuentra una serie de 48 bancos que representan a cuarenta y seis provincias españolas peninsulares (todas excepto Sevilla) y los dos archipiélagos (Canarias y Baleares), con su escudo, un mapa y un paño de azulejo pisano con hechos históricos destacados de la provincia o archipiélago representado, colocados en orden alfabético. Estos bancos se encuentran en cuatro tramos, y al principio y final de cada uno de ellos, se encuentra un paño de azulejo pisano relativo a la provincia de Sevilla. Los bancos tienen, también, a los lados, dos pequeñas torres con anaqueles que han sido usados en alguna ocasión para colocar libros.
Otros detalles a destacar de la obra son sus múltiples relieves realizados todos por el escultor Pedro Navia, pudiéndose contemplar:
- Seis ventanas renacentistas.
- El escudo de Sevilla adornando la puerta de Navarra y Aragón.
- Las 24 águilas imperiales con el escudo de Carlos I.
- Los 48 medallones con el busto de españoles ilustres sobre cada arco que comprende cada provincia.
- Los cuatro heraldos de tres metros de altura, representando a los antiguos reinos, flanquean las dos torres que encuadran el palacio situado en el paseo superior del recinto.
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